Aficionado
Llega, se sienta y lleva la taza de café recién hecho a sus labios. Luego responde una tras otra las preguntas que Susana formula desde la tevé a un participante poco televisivo. Se aburre, decide apagar la tele y prender la P.C. a ver si encuentra una buena trivia. Juega durante treinta minutos y contabiliza un total de cero victorias, dos segundos puestos, cinco terceros puestos, quince puestos fuera del podio. Apaga la computadora y vuelve a la televisión, ahora prefiere el programa de preguntas y respuestas del otro canal, responde algunas (éstas son más difíciles) y anota en su cuadernito un dato que le resultó interesante. Mira el programa, y cuando hay propaganda, inventa preguntas para sí mismo, cosa de mantener la mente ágil. Cuando termina la emisión, apaga el televisor, busca su revista de crucigramas de entre el barullo de cosas que tiene en el cajón de la mesita de luz, y hace dos crucigramas antes de dormirse. Sueña con las respuestas que no supo y con su cara en la pantalla de tevé, respondiendo sin grietas a quince conductores juntos, a cual más recio.
